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Si; confieso

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A veces la gente se cree que si eres bueno, eres tonto.
A veces por el echo de ver que eres bueno, se creen con derecho de pasar por encima de ti, de mofarse, de pisarte.
Como se creen que no te enteras, y se creen que eres débil... hay personas inseguras y amargadas que no tienen otra cosa mejor que hacer.
Yo no solo creo que soy buena, sino que además creo que tengo luz (si ya, en este sentido no necesito abuela), pero la verdad es que soy alegría, soy palabras de ánimo, soy esperanza.
Necesito que la gente de mi alrededor esté feliz, me alimento de sonrisas.
El problema viene cuando hay gente que no tiene electricidad.
Normalmente soy una bombilla que prendo habitaciones, pero esta gente son como un pasillo oscuro, frio y húmedo y yo una cerilla, una triste cerilla con una lamentable llama, cuando a mi lo que me gustan son las hogueras, y su olor a fuego, ya que soy pirómana.
A veces pienso que no soy un ser de luz, que soy un ser de fuego, porque a veces ardo tanto que puedo hasta quemar.
Pero esta gente oscura, como mi amigo Dani, la mayoría de veces te cuenta un problema del género bobo, al que le puedes encontrar mil soluciones, ayudar de mil maneras, te dejas la piel aconsejando y a cada consejo que das te recrimina algo, se cierra, no puede ver la luz en su túnel de plastilina.
La mayoría de veces te consumen, te dejan sin energía, la rabia te corroe cuando ves que no ven la luz, porque ni siquiera han abierto los ojos.
La cerilla se consume poco a poco, y esa persona con sus ojos cerrados va soplando para apagarte.
Y a veces me pregunto, porque me esfuerzo tanto con la gente, si en realidad, hasta las mejores conversaciones las he tenido conmigo misma.
Y por si fuera poco, no es que me guste mucho la gente, es más, no me gusta nada.
Pero una fuerza sobrenatural me lleva a que todo el mundo esté bien, quizás la única manera que yo esté bien es que a mi alrededor haya conducción de electricidad para poder expandirme y llegar a la máxima potencia.
Igual que odio a esa gente, odio cuando voy a comerme un huevo frito y se me rompe la yema, me encanta ir comiéndome poquito a poquito el borde de la clara hasta dejar el centro intacto.
Y después disfrutarlo como si de un orgasmo se tratara.
Yo creo que la manera de comerte un huevo frito dice mucho de ti, igual que lo dice la manera de comerte una copa de chocolate.
En este caso yo empiezo poquito a poquito por la nata, voy haciendo un hueco para coger un poquito de chocolate, normalmente cuando acabo el chocolate aún me queda un poco de nata intacta, para saborearla por última vez.
Odio que se mezclen, y para mi es un sacrilegio ver como mi acompañante mezcla con la cucharilla la copa entera, rompiendo el blanco de la nata.
Me duele en el alma.
Son detalles que quizás no te fijas, que quizás no les das importancia, pero para mi si la tienen.
Son detalles que hablan de tu forma de vida. Detalles que hablan de ti.
No es mejor quien lo hace como yo, ni mejor quien lo mezcla, o lo hace de otra manera.
Y por esa misma razón cuando mi amigo Dani por enésima vez me volvió a meter en su circulo mugriento de humedad y oscuridad lo tuve que quemar.
Ya sé que no me entenderéis, si no eres de luz no puedes entender lo que significa iluminarte hasta tu último amperio, estar al máximo de voltaje, y que un energúmeno como Dani corte la corriente.
Él me mató a mi antes, con su indiferencia, con sus respuestas vacías, con sus diálogos grises.
Él me mató con sus labios mustios, con su sonrisa recta, la única curva que conocía era las que hacía con su moto roñosa que parecía que quería matarse.
Yo le hice un favor a Dani, le enseñé todos los caminos hacia lo que buscaba y cambió de dirección hacia la infelicidad.
Aquel día, lo había soñado miles de veces, y miles de veces él había bromeado conmigo que su única manera de ser feliz sería la muerte.
Pues yo se la di, me la pidió subliminalmente y le obedecí.
Sé que he sido una buena amiga, Dani era un lastre, era el aguafiestas de todas las fiestas, el amigo al que nadie quiere aguantar...
No le podías contar nada bueno porque te lo fastidiaba con sus argumentos de "fastidiatodo".
Dani se comía los huevos mezclandolo todo con el pan, hacia una masa, amarilla naranja y blanca y no disfrutaba nada del sabor.
Igual que no disfrutaba de su vida.
Yo solo compré gasolina y la puse en la botella de Font Vella, cuando Dani volvió a la carga con su pesimismo atroz le hice un favor.
Sr. Juez ya sé que esto no debe ser lo habitual, yo le expongo aquí mis razones para que me absuelva.
Necesito la libertad, la gente me necesita, necesitan mi luz o acabarán perdidos como Dani.
Dani no me culpa, él ahora tiene lo que quería.
Lo peor de todo, Dani pensaba que yo era tonta, pero se equivocó.
Le pido por favor, que se replantee su sentencia Sr. Juez.

                                     Ilustración: Luis Royo

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