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Desde que nací me prepararon para escalar montañas, a medida que iba creciendo alguien se dedicaba a poner piedras en mi camino, que parecían imposibles de franquear.
Me caí mil veces y me rompí en pedazos, cogí cada hueso, cada articulación y los enyesé con esmero, me levanté y proseguí con mi camino.
Llegué a la cima varias veces.
Pero no era la cima de la que me habían hablado.
Me pasé media vida buscando una cima idealizada.
Nadie me dijo que ese no era mi fin.
Que mi fin era recoger la tierra, filtrarla y amontonarla, creando mi propia montaña.
Tardé mucho tiempo en darme cuenta, quizás demasiado, pero el suficiente para saber que tierra iba a recoger.
No quería arena de playa, escurridiza entre los dedos, y fácil de llevar por el tiempo.
No quería tierra con piedras, las cuales dolían cuando iba descalza.
Quería tierra lo suficiente fina para acariciar mis rodillas, lo suficiente gruesa para no volarse con el viento.
Encontré la tierra, y busqué el lugar donde empezar a ponerla.
Un sitio modesto, pero ni demasiado frío, ni demasiado caluroso.
Perdí tiempo en buscar todo lo necesario conforme mis exigencias.
No me iba a conformar con menos, tenía experiencia escalando montañas, sabía muy bien con que montaña quería quedarme.
Pasaron muchos años hasta que tuve mi montaña.
Era tal y como la había soñado, nacida de mi esfuerzo, de mi paciencia, de mi antojo.
A otros conocidos, se la regalaron y no la valoraron.
Otros siguen escalando montañas, cayendo y volviendo a caer.
Otros simplemente están sentados viendo el tiempo pasar.
Ahora tomo el sol desde mi montaña, no necesito nada más.
Siempre creí en mi, cuando escalaba, y cuando con las herramientas necesarias que me enseñó la escalada empecé a construir.
Soy mujer y no soy frágil,
Soy mujer y no soy roca,
Soy mujer, viva, independiente y capaz.
Soy mujer y creo en mi.
Queda mucho camino para erradicar el machismo en nuestro planeta, creemos que hemos avanzado pero no es así.
Aún las niñas se llaman entre ellas putas por la manera de vestir,
aún los hombres nos llaman fáciles por el echo de disfrutar de nuestra sexualidad, igual que hacen ellos.
Aún nuestras madres nos enseñan a ser "mujeres de provecho", y a nuestro hermano quizás más mayor que nosotras no.
Aún... Aún...
Gracias papá por no hacer diferencias entre nosotros, por enseñarme a ser persona, por enseñarme a luchar, por enseñarme a valerme por mi misma.
Por enseñarme a vivir sin sentirme inferior, sin ser sumisa.
Gracias papa por no dejarme ser princesa, gracias por hacer de mi toda una Reina.
Feliz día de la mujer trabajadora.
Feliz día del hombre trabajador.
No hay diferencias.
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